Marcelo Meza Escritor

“Donde la nada se da cita con el tiempo y se es divino en la cáscara rota… más allá de otros destinos, sin lienzos ni estopas, en la pesadilla de los dioses, en el hueso seco de una sonrisa… aplastado por las miserias, eterno, sin golondrina… Se enciende el abismo en una piedra, en el ángulo cambiado, no es una ciudad cualquiera, quizá sea la esperanza en hoja de otoño…”.

lunes, abril 09, 2012

Palabras como cosas - Marcelo Meza 2012



No sé de qué se tratan las fiestas,
si hay que tener una cara especial para cada acontecimiento
o simplemente uno debe andar siendo lo mejor que pueda,
sin roscas ni garabatos maniqueos.
Yo no sé a qué viene tanta alegría desfigurada y mal entendida
¿Quién dijo que la tristeza es triste? si es mi vieja quién me acuna
 en la tarde de todas las congojas
y me pone feliz eso de andar siendo en la otredad, también.
Se me antojan ciento cinco lunas cantando la misma canción de amor,
cada día, como un santuario a ese amor escurridizo y enmarcado.
Sí, es posible que sea de un amor que ya no está,
no me etiqueten de loco por eso. Díganme locura, si quieren,
cuando se me haya acabado el amor,
o me emocione menos por tus gestos mágicos o tus tetas.
Yo que sé de estar en los momentos precisos
y en las letanías de las fechas consumidas
en desvencijados sumideros.
A lo mejor mi vagabundismo pertenezca a otra factoría,
más cercana al caminante que busca el mejor de los caminos
y, de vuelta por el mundo, descubre que todos los caminos en sí son perfectos.
Qué sé yo de fiestas,
apenas si sé festejarte a contramano de las convenciones.
Me sale, entonces, virar la brújula de todos los momentos y fulgurar un norte diferente, en donde el mezquino sea sólo aquel que retiene una jauría de besos salvajes más que el avaro de cosas sin sentido,
y se termine la ira del no me acuerdo
y la fantasía poco ingenua de que sólo quieras tenerme cuando estuve tanto tiempo cerca tuyo, tan cerquita
y en una de esas no me oliste lo suficiente ni recorriste tanto,
como ahora quisieras, cada centímetro de mi pulóver.
Ahora hay algo que ya es tarde,
no sé si para el mundo o los bichos,
seguro para mí;
porque me duele mi soledad, es cierto, pero también la de los amigos,
esos magos que no merecen sufrir tanto
“que te dije, me dijiste, que no te entiendo, me estas cargando…”
yo no sé jugar todos esos juegos
y es por eso que quizás este fundido en la empresa de esta soledad sola de medio tiempo entre la reflexión y el silencio.
No soy bueno para los remates de ninguna índole,
pero si me dieran una oportunidad pediría un tiro que sea libre,
porque en una de esas, que sé yo,
mal no sea de puntinazo, casi de comba,
lo meta como si buscara el poder de una estrella
y se cuele un gol por la esquina tan mezquina del arco de los sueños.
No sé qué son todas estas palabras cosas,
estas cosas palabras,
es probable que se me ande filtrando el dolor de los que amo
la angustia del que es luz y lucha a brazo partido con las sombras y algunos jubilados fantasmas,
o tal vez sea solo mi imaginación que ya va viendo rarezas.
Yo qué sé. Me siento más que nunca
como un niño enamorado de la vida,
un poco perdido entre tanta neblina,
“un animal que canta y sueña”.
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Marcelo Meza - 2012

    A todos mis amigos queridos.
 
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