Marcelo Meza Escritor

“Donde la nada se da cita con el tiempo y se es divino en la cáscara rota… más allá de otros destinos, sin lienzos ni estopas, en la pesadilla de los dioses, en el hueso seco de una sonrisa… aplastado por las miserias, eterno, sin golondrina… Se enciende el abismo en una piedra, en el ángulo cambiado, no es una ciudad cualquiera, quizá sea la esperanza en hoja de otoño…”.

miércoles, agosto 05, 2009

Encuentros minerales (Amor parietal) Por Marcelo Meza 2009

























Encuentros minerales

Amor parietal

“Tus pies caminen en mis pies, tus pies.

Ardeme, árdeme”. Oración

Juan Gelman


Hola Ocaso.

Hola silencioso jazmín.

¿Qué ambarino te trae a mi tierra de gigantes?

Será la inútil perfección de lo que me nombra.

Tú eras el misterio de la bruma que me asola desde niña. Conozco tu canto sensible de memoria.

Toda eres viento de entre las tiernas mañanas ¿Cómo no enredarle en la acusica eterna mente?

Usted resume el alcázar de las pieles en cierne. Es mi nube anterior.

Graciosa tierra mojada.

Usted es mi equilibrio circense. Una nota de mis pechos le hirieron de beber la miel, semillas de amapola y azafrán.

Hubiera sido tuyo para siempre.

Hubieras sido esclavo y sin alma, antes de eso que el hades envejezca mi fruto.

Savia tu néctar que acicala mis noches.

Sabio eres tú entre mis lodazales.

Huelo tu nombre y me quema la hombría y el deseo.

Espera hasta que el sol se funda con la lejanía y luego seremos uno, y antes que me tomes espera, toca la brisa hasta que me prepare con inciensos y decore el templo con nostalgias y flores. Déjame que recorra el palacio de mis mayores para recordar la risa de todos los amantes y si todavía ves en mí con estrella y en guerra es posible que me entregue a los pájaros de tus labios. Todavía hay tiempo, espera. Bébeme a sorbos blandos, como la caña se dobla en el viento, acaricia mis ojos cansados, reconoce tus dedos en mi cintura. Defiéndeme de la ira del oprobio. Seré tuya aunque nos duela, porque mi vida se ha convertido en juegos impotentes que requieren de tu mano. Como ya sabes donde culmina la montaña, por el buen nombre de quién te ha amamantado, deléitame con la furia de la espera. Ahora que los secretos no son nada, mírame más allá de lo evidente. Sospéchame, querido. Tiéndeme trampas. Incítame a escalarte a sorbos, equidistante de tus pléyades vigorosas. Apaga la luz y los ungüentos, nuestros cuerpos distraídos serán otro mundo, nuevo, perenne.

¡Abraza a este esclavo de tus labios! Seré tu vino si me alcanzas. Sabes mi cuerpo antes que brillara en la nada ¿Y aún posees la ternura de mirarme extenso? ¿Como haces las mañanas renunciando los frutos y galardones de otros guerreros? Mira mis huesos, no pertenecen a este mundo liviano, provienen del filo de la roca sólida, del alarido de las injustas causas; no te merezco, retoño trashumante. Soy un vertebrado al lado de tus titanes. Renuncia a mi condena, líbrate un destino magnánimo sin esta piedra.

¡Descansa tu boca! No atiendas las semblanzas de los extranjeros. Detente en mí. Eres mi roca aguda, mi portal entre la niebla. No hay otros que te sigan el paso magno que tu corazón declama. Soy la espiga de tus campos, la que duerme en tu pecho frugal, el aliento mezclado de lo tuyo. No amedrentes la razón. ¡Invéntame!

¡Mariposa de mirra, no conjures la muerte! Tú afrentas la herida del fracaso de otros besos. Vuelo en tan refinada cintura, las cubro con pétalos y arroyos. Alba, manantial que orada mis aristas, cúbreme con tu esencia mineral. Mi deseo supera la inteligencia de la renuncia. Enséñame a cuidar de tus declives. Limpia mi cabeza con la boca tuya. Permíteme desear más allá de los sentidos. Porque solo así podré perdonaros la vida cuando florezca de vuestro lado.

¡Matadme si es necesario! ¡Aborrecedme después de que el flujo de mis virtudes os haya saciado por completo! Destroza el alma mía si tu amor así lo quiere, pero no dejes de llevarme al lugar donde he nacido. Porque seremos uno, nadie, cielo y mar. Y no sabremos donde empieza el uno y culmina el otro. Y en ese vendaval de mezquindades y entregas sin nombre podrás enhebrar mi suerte en la trama del misterio.

Hola ocaso.

Hola silencioso jazmín.

¿Qué ambarino te trae a mi tierra de gigantes?

Será la inútil perfección de lo que me nombra.

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Marcelo Meza – 5 de agosto de 2009

Juan Gelman

Arte Carlos Nine



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sábado, agosto 01, 2009

Cuando - Marcelo Meza 2009























Cuando


Cuando te alcance un designio caprichoso

para cumplirte todos tus deseos.

Cuando te agotes de gastar las energías

escalando tentaciones miserables.

Cuando te canses del delirio de la excusa.

Cuando te pudras de comer

el cadáver exquisito de tu plato preferido.

Cuando te extasíes de jóvenes cuerpos

y de escuchar tu nombre en labios de espíritus flacos.

Cuando se te pegue el moho

de los invertebrados que tanto soñaste.

Cuando te sorprenda la tarde de los desvencijados

y sea manía enferma insistir con la nada.

Cuando nada te falte y todo sea poco

ven a mi lado y hablemos del otoño.

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Marcelo Meza - 2009

Arte: El Tomi

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